Querida comunidad:
Hoy quiero escribirles desde todos los roles que forman parte de lo que soy: mujer, mamá, esposa, hija, hermana, tía, madrina, amiga, emprendedora y, seguro, alguno más que se me escapa (quizás chef improvisada o reina ocasional del caos). Aunque no me gusta decir que estos roles "me definen", porque no nos limitan, sí son parte de lo que soy y me acompañan en esta aventura de vivir.
Voy a confesarles algo: mi año no fue perfecto. Fue todo lo imperfecto que pudo ser.
Hubo lágrimas, esas que caen cuando nadie te ve, momentos de sonrisas que me llenaron el alma y carcajadas que me hicieron olvidar cualquier preocupación. No fue un camino de rosas, pero tampoco espero que lo sea, porque no busco la perfección. Busco, cada día, ser mejor para mí. Y, ¿saben qué? Cuando logro eso, cuando me trato con más amor y menos juicio, mi mundo interior se transforma, se vuelve un poquito mejor.
Este año también aprendí algo muy valioso. En esos momentos donde sentí un poquito de soledad, descubrí que a veces nos encontramos con un completo desconocido y, en su mirada, reconocemos algo familiar. La mirada de una mamá, de un amigo, de alguien que siempre estuvo allí de alguna forma. Me di cuenta de que todos somos uno, que la familia no es solo la que nos vio nacer. A veces, una persona desconocida se cruza en nuestro camino y se convierte en algo valioso, en familia.
Quiero invitarles a conectar más con las miradas, con esas personas que no conocemos, pero que, en el fondo, sentimos cercanas.
La conexión está ahí, si aprendemos a mirar más allá de lo que creemos familiar. Porque aunque nazcas en una familia que tal vez no está presente, eso no significa que no puedas encontrar en el camino a alguien que se vuelva tu mundo, que se vuelva tu familia.
Y hablando de mundos, quiero compartirles algo muy personal. Mi mundo de Pandora ha sido mi refugio, mi conexión con mi niña interior. Ha sido un viaje de aprendizaje y transformación que comenzó hace cinco años y que me ha llevado a descubrir una parte de mí que no sabía que existía o que quizás había olvidado. Hoy, me encanta la persona en la que me he convertido y sé que cada día aspiro a ser mejor porque es un viaje constante, un camino lleno de magia, desafíos y pequeños momentos que me recuerdan lo valioso que es seguir avanzando.
Pandora me ha llenado de creatividad y de amor propio, y eso es lo que quiero compartir con el mundo: mi granito de arena, mi forma de inspirar y dejar algo bello a quienes me rodean.🌷
Desde este lugar, los desafíos se ven distintos. No desaparecen, pero los enfrento con otra templanza, con una verdad más sincera conmigo misma. Porque la vida es así: imperfecta, llena de matices, y cada uno de ellos nos enseña algo valioso.
Este año quiero invitarlos a abrazar sus imperfecciones, a celebrar no solo lo que lograron, sino también lo que intentaron, lo que soñaron y hasta lo que dejaron ir. Vivamos estas fechas con el corazón en el presente, no en lo que quedó atrás ni en lo que vendrá. Habitemos este instante, con su magia y su verdad.
Gracias por ser parte de este camino, por acompañarme y por permitirme ser parte del suyo. Que esta Navidad y este fin de año nos llenen de amor, abrazos sinceros y esa conexión con nosotros mismos que hace que todo cobre sentido.
Con todo mi cariño,
Pao 💞
(O como a veces me dicen: soñadora y aprendiz incansable de la vida).
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